LOS AMIGOS DE MI HIJO ADOLESCENTE
Sabemos que cuando nuestro hijo entra a la adolescencia, la familia (padres y hermanos), pasan a un segundo plano en su vida. Lo mas importante que tiene nuestro adolescente son sus amigos y lo que digan y hagan sus amigos “mata” cualquier cosa que nosotros le podamos sugerir.
Mientras sus amigos son personas que conocemos desde pequeños, en la escuela, hijos de amigos, de la colonia, no tenemos problema en realidad, ya que sabemos quienes son sus padres, “el tipo de familia”, donde viven, etc.
Pero, ¿qué debemos hacer cuando nuestro adolescente trae a casa un amigo que no nos gusta tanto?
Hay amigos que están educados como quisiéramos, que pueden ser una mala influencia, hemos oído que están metidos en problemas continuamente, que tienen alguna adicción, etc. Y nos preocupa que nuestro adolescente se vaya a ir “al lado oscuro” por culpa de estos amigos.
Aquí hay algunas sugerencias para manejar la situación:
- Tenle confianza a tu hijo. Si no te ha dado motivos reales para preocuparte y todo es parte de un chisme o de lo que dicen los demás, no deberías entrar al jueguito de los otros. Platica con el de que es a lo que le temes, (te va a responder “no es cierto, tu no lo quieres”), pero lo vas a tener alerta y va a cuidarse mejor del amigo. Uno de los mejores regalos que le puedes dar a tu hijo adolescente es enseñarle a escuchar su voz interior.
- Invita a sus amigos a tu casa. La mejor manera de conocer a los amigos de tu hijo adolescente (y a tu hijo también) es tener a sus amigos cerca. Dales comida (los adolescentes comen mucho), déjalos que pongan su música, que vean una película, que jueguen con el Nintendo, siempre a la vista de todos. Obvio, no le vas a permitir que se encierren en el cuarto tres horas, pero pon cara de que no te asusta lo que pasa cuando están ahí. Así, te vas a hacer fama de “mamá alivianda”, mientras que los estas observando. Y si les gustas a los amigos, también le puedes empezar a gustar a tu hijo.
- Déjalos que salgan con límites. Que vayan a lugares seguros, en grupo, que esté prendida su ubicación todo el tiempo, que regrese a la hora que le pediste y que vaya al lugar que eligió (por su seguridad, en todo lo anterior no hay negociación). Y, muy importante, que sepa que estas disponible y que te puede pedir ayuda en cualquier momento para que vayas por él.
- Si tu adolescente se equivocó, no se lo eches en cara. Ya comprobó que tenías razón, que no eran alucinaciones tuyas, que se equivocó y que se vale equivocarse, finalmente está creciendo.
Nuestro adolescente no debe sentirse juzgado, pero si debe saber que es responsable de las decisiones que toma y que hay consecuencias de lo que hace o deja de hacer. Tú no eres el juez, eres el padre, el adulto, y si mantienes una comunicación abierta con tu adolescente, es más fácil que se pueda recurrir a ti cuando tenga un problema.
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