¿SON TODAS LAS ESCUELAS PARA TODOS LOS CHICOS?
¿Cada cuando le preguntamos a nuestro hijo si está contento en su escuela? ¿Cada cuando le preguntamos cómo se lleva con sus amigos, que materia es la que más le gusta, que le parece tal o cual maestra, que hizo en el recreo? ¿Cada cuando le preguntamos si quiere seguir en esta escuela o prefiere cambiarse?
Pueden pasar semanas o hasta meses, que no nos sentamos a platicar con ellos si la escuela en la que están es la mejor opción. Las prisas del diario, las tareas, los trabajos, las mil clases en la tarde-hora del baño-vete a dormir muchas veces no nos permiten hacer una alto y preguntar si realmente quiere estar en esa escuela.
Es más, le preguntamos primero a las maestras o a los directivos como lo ven, si está contento, si tiene amigos, etc., antes de preguntarle a nuestro hijo, que, finalmente, es el actor principal.
Y muchas veces lo hacemos porque no creemos que nos va a dar una respuesta clara. Muchas veces preferimos no preguntarle por el miedo que tenemos a lo que nos va a contestar: ¿Y si dice que no?, ¿Y si dice que no le entiende, que no tiene amigos, que lo molestan mucho? ¿Cómo quedo yo como padre si ni siquiera pude ver a tiempo que no estaba contento ahí?
Otras veces no se lo preguntamos porque creemos que esa escuela es la mejor opción. Está ahí porque tiene muchos idiomas, o un programa deportivo muy competitivo, porque ahí estudiaron otros miembros de la familia o porque nos queda cerca de la casa. La escuela llena nuestras expectativas como padres, aunque nuestro hijo sea miserable.
¿Son todas las escuelas para todos los niños?
La respuesta es no. Cada niño es diferente, a algunos se les facilita las matemáticas, a otros el arte, a otros los idiomas, a otros los deportes. La mayoría de las escuelas tiene un poco de todo, siempre y cuando se cumplan con los programas establecidos. Y la gran mayoría de los chicos se adapta a una escuela normal.
El problema surge cuando vemos que a nuestro hijo le cuesta trabajo la escuela, no se levanta de buenas, tiene continuos reportes de conducta o calificaciones, no hace las tareas, no invita a amigos a jugar (o no lo invitan), llega con golpes o llora continuamente. Estos son síntomas de que el chico no está contento en el lugar a donde va.
Entonces, ¿Cuál es la mejor escuela? La escuela perfecta no existe, pero nosotros como padres tenemos la obligación de preguntarle a nuestro hijo como se siente, y tenerlo en observación permanente. Porque hay niños que no van a pedir ayuda por miedo o por temor a como reaccionamos, pero nosotros, al abrir una puerta para que puedan expresarse, podemos lograr que desarrolle todo su potencial.
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