Las siguientes semanas vamos a escribir una serie de artículos sobre cómo explicarles la muerte a los niños. Es un tema actual e importante que debemos conocer todos los que tenemos niños cerca, ya que muchas veces no sabemos que hacer cuando tenemos una muerte próxima.

Todos los días alguien muere. Pueden ser personas mayores o jóvenes o niños, pero la muerte es algo con lo que tenemos que aprender a vivir. Para todos hablar de muerte genera mucha angustia, pero es importante hablar de ella como parte de la vida misma.

Cuando hablamos de muerte, debemos de partir de cuatro premisas básicas:

•    La muerte es universal. Todos los seres vivos mueren.

•    La muerte es irreversible. Cuando morimos no volvemos a estar vivos nunca.

•    Todas las funciones vitales terminan completamente en el momento de la muerte. Cuando morimos el cuerpo ya no funciona.

•    Toda muerte tiene un porqué.

Pero para los niños, hay temores muy frecuentes y recurrentes: ¿Causé yo la muerte?, ¿Me pasará esto a mí?, ¿Quién me va a cuidar? y hay que dejarles claro que la mayoría de las muertes ocurre a las personas muy ancianas o muy enfermas y que los niños no fallecen si no es por algún caso especial.

Factores de riesgo

Se ha descubierto que hay varios factores de riesgo que acompañan la perdida como los son:

•   Relación personal con el fallecido. Que tan cercanos eran, cada cuando se veían o se hablaban.

•   Edad. La muerte se entiende de diferente manera según la edad que tenga el niño.

•   Personalidad. Si son introvertidos o extrovertidos.

•   Situación de quien sufrió la pérdida. Como murió la persona, y que información le llegó al niño.

•   Características de la familia. Hay familias muy unidas y otras que viven lejos o no se ven. También influye la cercanía con el padre o una persona importante al niño después del fallecimiento.

•   Apoyo y estrés con los que los allegados del niño viven el proceso de duelo. No sólo la familia inmediata, la familia extensa y los amigos son importantes.

•   Recursos externos de apoyo emocional y psicosocial, si van a pedir ayuda a algún profesional, los psicólogos y maestros de la escuela, etc.

•   Recursos internos de quién ha sufrido la pérdida. El temperamento, la personalidad, las ideas, la tolerancia a la frustración y la resiliencia. Con que elementos cuenta el niño y su capacidad de salir adelante.

•   El ambiente inestable con la figura responsable de los cuidados. Si hay un problema de alcohol, drogas, trastornos alimenticios, enfermedad, etc.

•   Forma inadecuada de reaccionar del progenitor superviviente, ya que sirve de modelo. Se entiende que el progenitor también está en duelo, pero un niño debe sentir seguridad dentro de su casa y atención a sus cuidados, no al revés.

•   Existencia de segundas nupcias y relación negativa con la nueva figura. Sobre todo, si los padres ya estaban separados y el niño tiene que irse a vivir con la pareja del progenitor.

•   Pérdida de la madre en niñas menores de 10 años y pérdida del padre en varones adolescentes. Estas son edades muy vulnerables según el sexo del chico.

•   Falta de consistencia en la disciplina impuesta al niño o adolescente. No hay que permitir que el niño haga lo que quiera o que se le compre lo que sea “porque está de luto”. La familia debe aprender a superar la pérdida llevando la vida “lo más normal posible”.

•   Suicidio u homicidio del progenitor fallecido.

Los niños se preguntan, intuyen y conocen de alguna forma la existencia de la muerte. Si no obtienen respuestas o éstas son confusas, elaborarán sus propias teorías acerca de lo que significa morir. Estas teorías son siempre limitadas y están marcadas por su pensamiento y fantástico, lo que sin duda hará aumentar su angustia y su malestar. Los niños necesitan nuestra ayuda y nuestro acompañamiento, porque su concepto de muerte está en construcción, así como su propia elaboración del duelo.

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¿Quieres saber más? No dejes de leer el post de la próxima semana en tiempodemariposas.com Psicología para todos.